Los últimos muertos de Franco

El 27 de septiembre de 1975, los miembros de ETA (político-militar) Ángel Otaegui y Jon Paredes Manot "Txiki" y los militantes del FRAP (Frente Revolucionario Antifascista Patriótico), Xosé Humberto Baena, José Luis Sánchez Bravo y Ramón García Sanz, murieron fusilados acusados de haber cometido diferentes atentados terroristas, en los cuales murieron dos guardias civiles y dos policías. Habían estado condenados en cuatro consejos de guerra, dos por el procedimiento sumarísimo, dónde se habían dictado 11 penas de muerte. Todos los juicios se hicieron sin garantías procesales: Uno de los fusilados, Ángel Otaegui, un simple colaborador de ETA, fue condenado con el único testimonio del otro acusado, José Antonio Garmendia, que había quedado disminuido psíquico por un tiro a la cabeza recibido durante su detención. Su declaración la había firmado con el dedo. En los otros casos no se tomó declaración a testimonios, ni se hicieron pruebas de balística o de huellas. Incluso en uno de los juicios se expulsaron a todos los abogados defensores.